viernes, 17 de junio de 2011

LA LETRA CON SANGRE ENTRA

En eso se basaba el sistema de aprendizaje antiguo, queridos alumnos: a base de palo. Literalmente. A mí nunca me pegaron, pero sí a mis hermanos. Reglazos en las manos, repelones con la llave en la cabeza, azotes, varas... cualquiera no aprendía con semejantes argumentos. Sistema que deploro, por cierto. Hay otras formas igual de eficaces sin necesidad de derramamiento de sangre, como he tenido ocasión de comprobar y constatar este año.

En mi corta vida he observado bastante la naturaleza humana: jóvenes y viejos, gente inteligente o de bajo perfil, niños o adultos, amas de casa o presidentes de multinacionales... todos estamos cortados por el mismo patrón: nadie hace nada por sí mismo si puede delegar en otra persona. Somos vagos por naturaleza, vaya, y la única manera de conseguir resultados positivos es la técnica del palo: exigir y no dar ni la hora, no bajar la guardia. Es cansado, pero es eficaz.

Empecé el curso con unas notas terribles entre mi alumnado, casi las peores de toda mi vida profesional, que ya es decir, puesto que nunca las he tenido buenas. Entre las causas, las faltas de ortografía, que bajaban 0,2 puntos cada una. Ante los numerosos lloriqueos afirmé que no me iba a apear de mi burra y que el que suspendía por faltas ya podía ir poniéndose las pilas, porque yo no tenía pensado cambiar mi forma de pensar ni de actuar.

En el segundo trimestre, la mayoría del alumnado había rebajado sensiblemente su porcentaje de faltas ortográficas y, consecuentemente, subido sus calificaciones. Habían aprendido la lección. Habían entrado por el aro. El sistema de siempre, a base de palo, había funcionado. Así que lo hice extensivo a otros aspectos de la materia, como las destrezas para extraer, resumir y presentar información. Una vez más, la estrategia dio resultado. Es lo de siempre: si no exiges, nadie se tomará la molestia de mejorar.

Empezamos muy mal, con un 10-15% de aprobados, y terminamos con un 50%. Y me hago una reflexión de cara al año que viene: hay que exigir más, cuanto más pides, más te dan y más consigues del alumnado. Échense a temblar...

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